martes, 24 de enero de 2012

El angel, puntiatsil y el encantado naranjo del cerro del carmen


El Angel
 Una de las nuevas maravillas del ecuador La Reserva Ecológica El Angel esta ubicado en el cantón Espejo, en la provincia del Carchi, al norte de la sierra ecuatoriana. Alberga una enorme diversidad biológica y ecológica, representada por especies florísticas y faunísticas, recursos hídricos, culturales, ecosistemas únicos y representativos de la zona.
narrción la recerva ecologica el angel es mas que un implemento turistico es, vivir la vica con serenidad sitio ideal en el cual podemos se parte del entorno natural que nos vrinda con sus cenderos entre el horizonte cuvierto de frailejones cuya especies es simbolo del ecuador


Puntiatsil 
 Los primitivos cayambis guardaban en su memoria esta curiosa leyenda:

Al pie de la colina de Puntiatsil los pastores podían ver, de vez en cuando, un socavón estrecho, por cuyo cauce 
escapaba al exterior cierto asomo de agua para el bebedero de los animales.

Por ese horaden entraba uno que otro pastor llevado por la curiosidad. 
Poco a poco hacia adentro se ensanchaba el camino. A unos cuantos 
metros estaba durmiendo, a las 12 del día, un perro guardián de oscuro pelaje.

El pastor que un día entró por allí, burlo el obstáculo del perro. 
El camino iba iluminándose mientras se adentraba más y más. Luego 
de un buen trecho se encontró con un patio en el cual apareció, 
como sacado al sol, una porción de grandes mazorcas de maíz.

El chico se dio cuenta de que ese patio estaba delante de un templo 
maravilloso, todo de oro. Cuando salió regresó con la muestra de 
dos mazorcas a su casa, en la que a los ojos de sus familiares se 
convirtieron en brillantes pepas de oro, de cuya venta los felices 
poseedores pudieron vivir cómodamente durante el resto de sus días.




La fama de aquel suceso despertó la ambición de otros nativos, que al entrar allí, burlando la vigilancia del perro, y luego de salir con numerosas mazorcas de maíz, afuera éstas se convirtieron en simples tusas vacías.

Se cuenta que posteriormente, algunos entraron motivados por las mazorcas de oro. El hueco, a la salida, se les cerraba, y ellos se quedaron allí para siempre.


Dicen que otra ocasión, un hombre buscador de tesoros ingresó por la puerta de Puntiatsil. Pasó más allá del templo enterrado. El camino iluminado lo llevó lejos hasta que dé con una salida distinta. Afuera ya, el hombre se percató

de haber cruzado toda la cordillera central de los Andes, hacia el lado del oriente del nevado Cayambe, pero él, es decir el buscador de tesoros, había envejecido.
La colina de Puntiatsil, en cuya cima dicen los historiadores que los cayambis construyeron un templo de oro dedicado a su dios sol, se halla a pocas cuadras y al oriente del Parque Central de la ciudad de Cayambe. Las paredes del templo estaban cubiertas ("empañetadas") de oro. El señor Sebastián Moyano, fundador español de Quito, autorizó el desmantelamiento de tales paredes, para que el oro convertido en barras fuese transportado a España
Santiago Belalcázar, según on óleo de Eladio Sevilla, conservado en el  Museo Municipal de Quito (Ecuador)
Moyano, hijo de labradores. Pronto 
queda huérfano y al cuidado de su
hermano mayor. 1507
Parece ser que que la muerte 
de un asno por Sebastián y el posible 
miedo a una reprimenda hace que 
tome el camino de Las Américas.
Allí se destaca en seguida como 
un jinete de extraordinaria pericia. 
Su ascensión es meteórica, llegando 
a mandar un importante contingente de hombres. En seguida adopta el nombre de Sebastián de Belálcazar con el que ha pasado a la posteridad.Fundará entre otras, las ciudades de Santiago de Quito, Santiago de Cali y Santiago de Guayaquil
actual Guayaquil

El encantado naranjo del cerro del carmen 
El encantado naranjo  del cerro del Carmen
Ilustración: Abel Cevallos


Existe la leyenda de que enclavado en el cerro del Carmen, vecino del cerro Santa Ana -en la parte alta del cementerio de Guayaquil-, hay un misterioso hoyo profundo hasta el cual pocos moradores del sector llegaron a las entrañas y jamás regresaron.
De entre los casos, el de un muchacho de nombre Stalin que cuando tenía 9 años y mientras jugaba con su amigo Vicente, otro chiquillo de la época, vio un resplandor en una de las esquinas del cerro y alarmado le pidió que lo acompañase a despejar la duda.
Los muchachos llegaron al lugar y allí se encontraron con un hueco por el cual podían bajar. Para hacerlo con seguridad volvieron a casa, buscaron una cuerda y una linterna. De regreso, sortearon con una moneda, el “cara o sello” y Vicente resultó favorecido; a Stalin le tocó cuidar la parte exterior.
El favorecido descendió y luego de tres minutos encontró, en el centro de una habitación interior, un gigantesco árbol que tenía las más grandes naranjas. El chico avisó a su compañero y este le pidió que le llevara algunas.
En la funda en que guardaba la soga metió algunas naranjas y empezó el regreso. Siguió la soga y después de 5 minutos no pudo regresar. Desesperado llamó a su compañero y le pidió que jalara la cuerda; este le respondió que lo estaba haciendo con todas sus fuerzas.
Vicente -guiado por la soga- corrió y su sorpresa fue grande cuando comprobó que pese a caminar tanto estaba en la misma habitación con el naranjo.
Cansado por la jornada y el susto, el muchacho quiso comerse una fruta. Y fue ese momento cuando escuchó la voz de un adulto que le decía que no la comiera y corriera lo más rápido que pudiera. Lo hizo y en 3 minutos estuvo fuera. Fue entonces que don Carlos, el tendero del barrio, le dijo que jamás volvieran a entrar en ese lugar.
Don Carlos les contó sobre la leyenda del naranjo sagrado, un árbol que perteneció a los huancavilcas y que nadie podía tocar sus frutos; incluso les comentó que muchos se perdieron desde que se fundó la ciudad en el cerro.
Al día siguiente, Vicente volvió pero no había señales de la cueva. Desde entonces, pensó que mejor guardaría un silencio de sepulcro, sobre ese espacio que vio con espanto y curiosidad.


Alvaro CH. and Gissela P.


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